martes, 23 de abril de 2013

Presionan para que detenido en Boston sea juzgado como preso de Guantánamo


El FBI y la CIA aguardan a que Dzojar Tsarnaev, supuesto coautor de los atentados del lunes de la semana pasada en Boston, se recupere de las heridas graves que sufrió durante su persecución para interrogarlo, previsiblemente sin poder acogerse a su derecho de permanecer en silencio.

A Tsarnaev no le fueron leídos sus derechos básicos, conocidos como “Miranda Rights” cuando fue detenido el pasado viernes, por lo que los agentes podrían someterle a un interrogatorio más duro, en el que el joven de 19 años y de origen checheno no podría callar ante sus preguntas.



“Enemigo combatiente”. Alrededor del caso se ha abierto todo un debate legal sobre la conveniencia o no de hacer uso de esta excepción que recoge la justicia estadounidense en casos de seguridad pública y también en torno a la posibilidad de tratar Tsarnaev como “enemigo combatiente”, al igual que los presos en Guantánamo, que llevan años encerrados sin conocer de qué son acusados y sometido a tribunales militares, donde las garantías civiles son inexistentes.

El senador republicano Lindsey Graham sostuvo ayer, como ha venido haciendo desde la detención del joven, que todavía es demasiado pronto para descartar la posibilidad de tratar Tsarnaev como “enemigo combatiente”, ya que esta designación permitiría a los agentes federales proceder a un interrogatorio mucho más profundo para obtener información.

“Islamista radical”. “Hay amplias evidencias que sugieren que este hombre era un islamista radical y que él y su hermano tenían vínculos con organizaciones en el extranjero”, dijo Graham a la CNN.

Por su parte, el republicano Michael McCaul, presidente del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, aseguró que el mayor de los hermanos fue “muy probablemente” entrenado por los islamistas en su viaje de 2012 al Cáucaso ruso.

“Personalmente, creo que este hombre recibió el entrenamiento cuando estaba allí, y se radicalizó de 2010 a ahora”, dijo McCaul, quien criticó al FBI por no haber seguido más de cerca el viaje del joven, que duró unos seis meses.

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